¿Argentina potencia? ¿Argentina pujante? El “granero del mundo”: ¿es un mito o una incuestionable verdad? El debate, disparado por las apreciaciones del presidente Javier Milei, persiste y persistirá en la medida que los cientistas sociales sigan aportando sus puntos de vista. En el caso del historiador Leandro Lichtmajer, la entrevista con LA GACETA avanzó con el análisis de un período tan particular como la “década infame”, cuando la “Argentina potencia” -supuesta o real- transitaba los últimos años hasta el disruptivo golpe militar del 4 de junio de 1943.

- Partimos del primer golpe militar de la historia, en 1930, cuando cae un gobierno popular como el de Hipólito Yrigoyen. ¿Qué estaba pasando?

- Es muy curiosa la parábola de Yrigoyen porque en 1928 le gana las elecciones de manera absolutamente contundente a una gran coalición que lo había enfrentado. El pasaje entre ese año 28 y el golpe de 1930 es muy vertiginoso. Entonces hay un primer interrogante: ¿cómo se configuró ese territorio político para que en tan poquito tiempo Yrigoyen pase de ser un presidente ampliamente votado a ser derrocado?

- ¿Fue sólo un tema económico por la crisis de Wall Street?

- El crac de Wall Street es significativo, no se lo puede soslayar, aunque sus efectos no se van a percibir de manera tan directa en los primeros meses. En realidad, la Argentina la va a pasar mal luego del golpe por los coletazos de esa crisis. Pero había un clima político que venía siendo hostil a Yrigoyen en otro sentido. Por un lado estaba la cuestión personal por su edad, por las características de su liderazgo y por la acusación de prácticas clientelares, pero también había un clima de época que no se llevaba bien con la democracia liberal como concepto.

¿Argentina potencia?

- ¿Por qué?

- Tras la reforma de 1912 la experiencia radical en el gobierno había sido profundamente democrática en el sentido de ampliación de derechos. El gran cambio que introdujo la Ley Sáenz Peña no fue tanto el voto universal ni el masculino, sino su carácter obligatorio. Esto en los años 20 generó muchos debates. A fin de cuentas, la victoria de Yrigoyen en 1916 fue la consecuencia indeseada de una reforma que no estaba pensada para que el radicalismo llegue al poder, sino para que se integre al sistema político.

- Está claro que la UCR fue mucho más allá.

- El radicalismo es el que mejor sintonizó con lo que podríamos llamar una democracia de masas, un término sociológico que nos sirve para entender ese cambio en la sociabilidad, en la cultura, en la forma de ver el mundo que implicaba la aparición de los medios de comunicación masivos, de la radio, de nuevas tecnologías. Las transformaciones actuales me hacen acordar a ese giro copernicano que fue la democracia de masas. El radicalismo fue el partido que mejor había jugado ese juego, mientras el conservadurismo no dio pie con bola.

- ¿Por dónde pasaba ese cuestionamiento?

- Muchos sectores ya venían criticando esa democracia ampliada, esa plebeyización de la política, un término de la antigua Roma que nos sirve para pensar en la presencia de lo popular en la escena pública. La crítica planteaba si no había sido un error traer estos sectores al gobierno; sectores que Yrigoyen representaba. A esto se sumaba la idea de un radicalismo que había perdido el eje respecto a la política económica. Además, había una prensa antiyrigoyenista muy fuerte que instaló ese mito histórico del “diario de Yrigoyen”, que daba la imagen de una persona desentendida de la realidad y de los problemas cotidianos que había en la Argentina. Era una oposición muy fuerte desde lo partidario, pero también desde el punto de vista corporativo, mientras que las Fuerzas Armadas hicieron lo suyo.

Movilización social en Tucumán

- En tanto, ¿qué sucedía en Tucumán?

- El gobernador José Sortheix era una figura importante en la UNT, de la que fue rector. También estaba vinculado al mundo de los cañeros. El radicalismo tucumano había tenido una particularidad que atraviesa los años 20: Sortheix era un gobernador yrigoyenista, pero apoyado por actores que venían de un mundo crítico a Yrigoyen. La provincia había atravesado una situación de gran movilización social, con las huelgas azucareras de 1926 y 1927 que culminaron con el Laudo Alvear.

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- ¿Cómo era la situación a medida que se acercaba 1930?

- Tucumán se movía un poco al ritmo de la política nacional, en el sentido de que Sortheix ganó las elecciones de manera contundente. Pero a la vez estaba floreciendo otra expresión importante como Defensa Provincial Bandera Blanca. Su líder, Juan Luis Nougués, provenía de una familia tradicional y desde la Municipalidad de la capital planteaba una propuesta distinta en términos de administración de lo público, muy crítica al yrigoyenismo. Una idea de transparencia cuya falta al gobierno provincial -y por ende al nacional- se le achacaba en esos términos. Después del golpe del 30, Nougués fue elegido gobernador.

- ¿En el país ya estaba instalado lo de “granero del mundo?

- Esa idea corresponde más al entresiglo, etapa en la que se dan algunos fenómenos curiosos. Este había sido un país ganadero, pero ya para la década de 1890 el tema agrícola pasó ser más fuerte. De ahí viene el “granero”: la exportación de productos agropecuarios desde esa gallina de los huevos de oro que es la pampa cerealera de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires.

- ¿Y de ahí en adelante?

- La Primera Guerra Mundial había planteado el dilema de qué hacer con la industrialización en la Argentina, por la cuestión de la sustitución de importaciones a la que el país se vio obligado. En los años 20 y 30 el crecimiento industrial había sido importante, pero ¿qué había pasado con las experiencias radicales en el gobierno? Que no habían modificado las líneas maestras del modelo agroexportador. La caída de Wall Street fue un cimbronazo porque desestructuró profundamente esa idea, las exportaciones se vieron muy afectadas por la crisis en la cadenas del comercio internacional. Entonces, ahí sí se tiene que replantear profundamente el lugar de Argentina y su estructura productiva.

Argentina potencia: ni tan liberales, ni tan democráticos

- En ese sentido hubo episodios polémicos, como el pacto Roca-Runciman...

- Si, fue una medida orientada a preservar ciertas cuotas de participación en el comercio mundial de carnes. Un pacto muy polémico por todo lo que Argentina entregó a cambio, un montón de privilegios que le dio a Gran Bretaña en su carácter de aliada principal. Se suman algunas declaraciones de las propias clases dirigentes, cuando Julio Argentino Roca (h) habla de la Argentina como una joya más de la corona británica (N. de la R.: se trataba del hijo de Julio A. Roca, vicepresidente de Agustín P. Justo durante el período 1932-1938). Había todo un trasfondo mediado por las discusiones políticas del momento, como la cuestión de la corrupción vinculada con los frigoríficos y el asesinato de Enzo Bordabehere en el Senado de la Nación. Son episodios oscuros de la historia argentina.

- ¿Por dónde pasaban las discusiones?

- En esa Argentina industrial que se conoce en los 30 y sobre todo en los 40 ya con el peronismo en el poder se estaba debatiendo el lugar del país en el mundo, una cuestión muy sensible, porque había intereses decididos a mantener su presencia en la Argentina agroexportadora. Pensemos que la crisis de Wall Street generó años de fuertes dificultades para el comercio internacional y en la Argentina no sólo afectó a los dueños, sino más que nada a los trabajadores. El nivel de vida, la carestía, la caída de los salarios, fue un fenómeno muy patente de la Argentina de los años 30.

- ¿Cómo era la situación institucional?

- El sistema político de los 30 es muy interesante. La “década infame” es un término creado desde la mirada crítica del periodista tucumano José Luis Torres, que asocia ese período principalmente con la cuestión del fraude. El fraude no fue constante a lo largo de la década, sino que tuvo momentos, principalmente con la vuelta del radicalismo a la competencia electoral en 1935.

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- Había dos radicalismos...

- Claro, dos grandes líneas. Una era la antipersonalista, que tuvo en Justo a la figura dominante. Era un político con una enorme habilidad, había sido ministro de Marcelo T. de Alvear. Con él se configura una alianza -llamada Concordancia-, sobre todo parlamentaria, entre radicales antipersonalistas, los conservadores del partido Demócrata Nacional y un tercer actor más chiquito en lo político, pero muy influyente en términos de cuadros técnicos: el socialismo independiente. De allí provenían Prebisch, Pinedo, quienes ocuparon lugares claves como el Banco Central y el Ministerio de Hacienda.

- ¿Era el tiempo del “fraude patriótico”?

- Cuando el radicalismo personalista -yrigoyenista- vuelve a participar en el año 35 cambian las reglas del juego, porque para mantener el poder la Concordancia recurre al fraude sistemáticamente. De todos modos ya no era el yrigoyenismo de los años 20 porque lo lideraba Alvear, una figura mucho más moderada en la negociación, incluso en los acuerdos con el gobierno. Pero lo que logra la Concordancia es mantener el poder a costa de violentar las normas.

- ¿Y en Tucumán?

- El Tucumán de la “década infame” es un caso bien interesante, porque no se dan las prácticas políticas de fraude ni de manipulación como se veía a nivel nacional. El radicalismo tucumano, incluidos el gobernador Miguel Campero (1935-1939 fue su segundo mandato) y su sucesor Miguel Critto articuló una alianza con Justo. Había un mutuo beneficio ahí: Tucumán se llevaba bien con el poder nacional y el poder nacional respetaba a Tucumán.

- ¿Cómo fueron esas gestiones?

- Gobiernos con un componente progresista en el sentido de que no eran fraudulentos; a la vez hacían obra pública y tenían figuras reconocidas del mundo político. Ahora bien; todo un universo no estaba representado y era el de los trabajadores azucareros, un actor político que no estaba organizado con las características que va a tener a partir de la creación de Fotia. Esto explica por qué en 1946 Tucumán es la provincia en la que el peronismo gana con el mayor porcentaje de votos de todo el país.

- ¿Qué fue entonces de la Argentina potencia?

- El primer desafío es pensar qué entendemos por potencia, ¿no? La discusión se da en términos de PBI per cápita, de riqueza, pero no se puede afirmar que un país es una potencia en base a esos indicadores. Ahora, desde la idea de potencia como un país que influye en la geopolítica, que tiene una presencia protagónica, lo podemos pensar de otra manera. El debate respecto a qué se rompe en 1943 y la decadencia posterior tiene que ver con una mirada de qué se prioriza en un proyecto de país. El dirigente que diga “hay que volver a esa Argentina previa al 43 o previa al 30” está pensando para el presente.

- ¿Cómo es esto?

- Nosotros lo llamamos usos públicos de la historia. Ramón Leoni Pinto, que fue profesor de Metodología en la Facultad, decía: “cada uno cuenta la feria dependiendo de cómo le ha ido”. ¿Qué queremos hacer en la Argentina actual? Tiene que ver con cómo vamos a contar la feria o cómo vamos a contar el pasado en función de eso. Creo que eso sintetiza la idea de uso público. Entonces, en la idea de Argentina potencia subyace un posicionamiento claro respecto a la Argentina actual. Pensar que en 1943 se rompe una Argentina que era potencia o que era pujante o que era rica es claramente un posicionamiento político en el presente.

- ¿Cuál es tu opinión?

- Me gusta pensar la idea de potencia no en términos de riqueza o de PBI, sino de un país que era atractivo para vivir. La Argentina del entresiglo atrae inmigrantes y tiene niveles educativos importantes para la época. Además tenía una tradición de movilización política muy marcada ya desde el siglo XIX. Pero pensarlo en términos de potencia es un error conceptual. ¿En qué sentido? ¿Cómo pensaríamos hoy la Argentina potencia? Se quiere instalar la idea de que podemos volver a ser una potencia, una idea un poco fantasiosa por un montón de factores, entre los cuales está descuidar cuestiones que hacen a una potencia, como por ejemplo la inversión científica o la apuesta a cuestiones que tienen que ver con la soberanía, como los recursos estratégicos. Una potencia no resigna recursos estratégicos, los cuida.

- Temas que también hacen a ese pasado mitificado...

- Volviendo a la Argentina de los 30 y los 40, podemos preguntarnos qué presencia tenía el Estado en esos ámbitos estratégicos y aparecen elementos interesantes, que incluso trascienden los signos políticos. La idea era la de un Estado activo, presente. La década del 30 fue de creciente intervencionismo estatal en la economía, con la creación del Banco Central y las juntas reguladoras. Eso no le quitó brillo ni desempeño positivo a la economía. Hay que pensar cómo conciliar un país con un Estado que intervenga en cuestiones sensibles como salud, educación, relaciones laborales; y a la vez permita un desarrollo económico sustentable. La Generación del 80 propuso un Estado presente: obra pública, ferrocarriles. Sin todo esto no se puede pensar en una comunidad.

Perfil: el especialista

Leandro Lichtmajer es licenciado en Historia (UNT) y Doctor en Humanidades (Área Historia). Es investigador del Conicet, perteneciente al Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES), y docente en la cátedra de Historia Argentina II en la Facultad de Filosofía y Letras (UNT). Entre sus áreas de trabajo figura la especialización en la historia política argentina del siglo XX.